Problemas de las sociedades prehispánicas del Centro Occidente de México. Resumen

Rosa Brambila,Carlos Castañeda,
Ana María Crespo, Trinidad Durán,
Luz María Flores, Juan Carlos Saint-Charles

La Primera Reunión sobre las Sociedades Prehispánicos del Centro Occidente de México se convocó con la idea de reunir a los interesados en la región para intercambiar los resultados de las últimas investigaciones. La importancia de los trabajos presentados y las aportaciones hechas durante la discusión, motivaron la idea de publicar las conferencias y presentar un resumen de los debates.
Los puntos que se trataron en la polémica, todos ellos íntimamente ligados, se refirieron fundamentalmente a la región Centro Occidente, en cuanto a sus recursos y formas de explotación; a los movimientos de población en ella; también se destacaron problemas de cronología, de relaciones intergrupales durante diferentes etapas con el resto de Mesoamérica y por ello, el problema de frontera. Por último, pero no menos importante, se remarcó sobre las aportaciones de los documentos escritos al estudio de la zona.
Marginalmente se trataron temas que crearon un consenso y que se propuso dejar pendientes para profundizar sobre ellos en reuniones futuras: cabe destacar, por un lado, el problema de la regionalización interna; atender, con bases en estudios hidrológicos, polínicos, etc., el que se refiere a aspectos climáticos en la franja norteña; sobre la diferenciación de elementos considerados como propios de cazadores recolectores que pueden presentar afinidades con los de grupos sedentarios en esta zona de recambio cultural. Por otra parte se señaló la necesidad de abundar en el estudio de las manifestaciones ideológico religiosas y en este mismo sentido, los aportaciones de los grupos del Centro Occidente al contexto general de las culturas Mesoamericanas.
LIMITES DE LA REGION
El territorio del Centro Occidente estaba demarcado – para el siglo XVI y en relación con el resto del espacio mesoamericano – por el límite norte de los territorios bojo el poder de lo Triple Alianza. Ciertamente, todo el espacio al septentrión de la trayectoria marcada por los ríos Balsas, San Juan, Moctezuma y la del Pánuco, excepto Meztitlán, incluye la región Centro Occidente (Figura 1).
Ahora bien, las regiones occidental y central se separan de la siguiente manera: los contornos del Occidente, también en el siglo XVI, so circunscriben en el interior del litoral del Pacífico y dentro do las líneas que marcan el rio Hablas al sur y el rio Sinaloa al norte; al centro su frontera la marca el curso del río Lerma, según la misma propuesta de Kirchhoff (1943).
En cuanto al espacio ocupado por la región central – mesoamérica marginal – en el siglo X do nuestra era ésta tenía como límite sur el propio río Lerma y al norte la línea hipotética marcada entre los poblados de Guadalcázar-Peñasco-Salinas en San Luis Potosí (Armillas, 1964; Braníff, 1972). Pero estos linderos fueron modificados pues lo población sufrió un desplazamiento al inicio del segundo milenio de nuestra era.
En lo que se refiero a los trabajos presentados abarcaron sólo algunos partes de la región antes definida (Figura 2). Las investigaciones dadas a conocer comprendieron la Franja interior de la Sierra Madre Occidental, desde Chalchihuites, en el norte del estado de Zacatecas hasta el lago de Chapala para continuar por el curso del rio Lerma, incluyendo el norte de Michoacán y sur de Guanajuato para llegar a la parte occidental de Querétaro. También se habló de una pequeña zona en la costa de Nayarit y una porción al noreste de la Sierra de Querétaro. De otras regiones como el sur de Jalisco y sur de San Luis Potosí, sabemos que existe alguna información de tipo arqueológico. Los datos son de investigaciones llevadas cabo hace algunos años o de estudios recientes; sin embargo en el transcurso de la reunión no se presentaron trabajos de estas zonas.
Estas carencias limitaron las conclusiones que se obtuvieron de los debates. Entonces, evidentemente, aunque es posible que existan grandes extensiones sin ningún tipo de ocupación humana – ya que saberlo a ciencia cierta sería parte de una investigación los planteamientos generales están condicionados a futuros trabajos.

RECURSOS REGIONALES
La amplia región del Centro-Occidente se caracteriza por presentar una gran diversidad de ambientes geográficos, pues en ella se encuentra: un litoral dilatado, la zona montañosa de la Sierra Madre Occidental, las llanuras semiáridas del interior, una rica zona lacustre y la zona de bajíos.
En este diversificado territorio se proponen múltiples posibilidades de complementar el rendimiento agrícola con otras formas de obtención de alimentos. Así, por ejemplo, el provecho que se obtuvo de la riqueza costera fue constante desde épocas muy tempranas. Lo abrupto de la región montañosa motivó, entre otras causas, la invención de sistemas de conservación de suelos – terrazas, “macetas” etc.- para, a diferentes alturas, producir diversos frutos.
Con respecto a las zonas lacustres se planteó que la abundancia de recursos de fauna y flora dio un marco para la configuración de la vida económica de los grupos sedentarios, quienes desarrollaron formas agrícolas adaptadas a estos- medios. La zona lacustre de Michoacán, sur de Guanajuato y la de bajíos del centro de Guanajuato y Querétaro en donde hay un alto índice de humedad, participaron con formas de vida similares; en estas áreas se implementaron patrones y técnicas arquitectónicas adecuadas a las características del hábitat.
Cuando se aludió a las zonas semiáridas y se mencionó la posibilidad de aprovechar los recursos animales, para terciar con los agrícolas. En la región norte de Michoacán, Guanajuato, Querétaro sur de San Luis Potosí hay una serie de elementos que se compartan, aunque no se puede ir más lejos por falta de información.
Además de la abundancia alimenticia, en la zona tratada se encuentran un gran número de bancos de diferentes materiales. Los “Chalchihuites”, la obsidiana, el cinabrio, la plata, por mencionar sólo algunos, se explotaron en épocas prehispánicas, como se mencionó en el debate.
No obstante a que se aceptó que la explotación de esta amplia gama de recursos ayudó, quizá, a la configuración de los diferentes grupos e influyó en la conformación de diversas relaciones intergrupales, muchas preguntas quedaron sin respuesta. Entre ellas cabe resaltar las que se refieren al control de los yacimientos: ¿Eran de libre acceso a cualquier grupo? o bien ¿Un sólo grupo tenía el dominio del algún mineral? Estas interrogantes llevan implícitas consideraciones acerca de la organización para trabajar los yacimientos y la distribución de los objetos ya terminados.
Las respuestas a estas preguntas son de vital importancia para entender el desarrollo histórico de los grupos y también para poder establecer un intento de caracterizar las regiones ya con base a niveles de organización social y no sólo en meros “rasgos”.
Debido a las peculiaridades de la historia de los grupos humanos en esta región, estos asumieron sus manifestaciones propias dentro del marco conceptual de los pueblos mesoamericanos, creando y recreando nuevas formas, como es el caso de la arquitectura en que aparece el concepto de lo circular a diferencia del sentido ortogonal manifiesto en las construcciones de los mesoamericanos del sur; o bien, en sus conceptos religiosos que se traducen en el énfasis dado a atributos de deidades, ritos, festividades, parte de los cuales pasan como herencia cultural a los grupos del Altiplano Central.

MOVIMIENTOS INTERNOS DE PUEBLOS
La polémica sobre el fenómeno de los continuos desplazamientos de población en esta vasta región suscitó numerosos comentarios. Ciertamente, en el Centro Occidente de México, según los datos arqueológicos y los documentos escritos hubo diferentes migraciones no sólo de norte a sur y viceversa, sino también movimientos en dirección este-oeste. En relación a las rutas norte-sur se cuenta con las tradiciones que señalan como punto de partida lugares situados en Zacatecas, Michoacán, Jalisco y Guanajuato como propone en diversos escritos Jiménez Moreno, (1943, 1948). En lo referente a los cambios de población en dirección este-oeste sabemos que estos existieron por la Relación de Michoacán y por la vieja tradición huichola entre otras.
Las formas y condiciones en que estos desplazamientos tuvieron lugar, dieron pie a un sin fin de preguntas acerca del carácter de las huellas, que a nivel arqueológico pueden percibirse, de estos movimientos de población; así como la interpretación, con base en las fuentes, para identificar pueblos y rutas migratorias.

RELACIONES CON EL VALLE DE MEXICO
En diferentes estudios del Centro Occidente se ha reportado la existencia de algunos elementos procedentes del Valle de México o con una fuerte influencia del mismo. Esta presencia es evidente desde las etapas del Formativo; cuando se comparten una serie de elementos entre los que se destacan las figurillas.
Para la primera mitad del primer milenio de nuestra era, en diversos puntos de la región se mencionan elementos relacionados con Teotihuacán. Las manifestaciones se perciben a través de la cerámica – cajetes anaranjado delgado, vasos trípodes – y de elementos arquitectónicos – talud, tablero -. También se propuso que para la región central, en especial para Querétaro, -la presencia de obsidiana verde del tipo Cerro de Las Navajas y los objetos manufacturados en concha llegaron a esta zona a través del sistema de intercambio originado en Teotihuacán. Esta última proposición no fue aceptada por todos los participantes, aunque se reforzó la idea de que para hablar de formas de contacto es necesario ver el contexto arqueológico integral, como resultado de una situación histórica y no solamente a través de los objetos.
En lo que se refiere a las relaciones establecidas hacia la etapa tolteca se planteó que para la Quemado; por ejemplo, no hay elementos que indiquen la persistencia de vida sedentaria hacia fechas posteriores a 1000 d.c. quedando así en entredicho la posibilidad de vínculos directos con Tula. Por otra parte, la presencia to1teca se manifiesta, por lo menos para el norte de Guanajuato y zona central de Querétaro, con asentamientos que comparten el conjunto de material cerámico presente en la fase Tollan de Tula, Hgo., incluyendo materiales tan ajenos como podrían ser los plomizos y naranja finos, indicando así relaciones de carácter especifico entre la metrópoli y los asentamientos localizados al norte de ésta. Por otro lado se planteó que asimismo era necesario localizar y enumerar en sitios del Valle de México elementos propios de las regiones centrales norteñas. Al respecto se discutió sobre la falta de datos confiables sobre lo turquesa, material que se usa como argumento para afirmar relaciones con las regiones más norteñas; se mencionó el caso de que en la urbe teotihuacana no han sido reportados elementos provenientes de excavación e puedan considerarse como norteños.
En el caso de Tula fue esbozado el problema de la cerámica con decoración rojo sobre bayo, que algunos autores atribuyen su origen en estas regiones; al ser un tema de gran controversia se propuso analizarlo durante una próxima reunión.

CRONOLOGIA
Uno de los temas recurrentes, tanto en los estudios presentados como en las discusiones, se refiere a la ubicación temporal de diferentes fenómenos.
Sobre cronologías locales hay nuevas propuestas para Zacatecas, Durango y el norte de Jalisco – que se hicieron extensivos durante la discusión a Guanajuato, Querétaro y sur de San Luis Potosí-, en el sentido de que el desarrollo de los núcleos de población se concentró fundamentalmente hacia el primer milenio de la era cristiana. Este desarrollo de carácter regional tiene como expresión propia conservar su estructura y rasgos fundamentales durante un lapso muy largo, ya que puede observarse una continuidad de ocupación de seis o ocho siglos de duración. Por ello, debe darse una especial importancia en el futuro a la búsqueda de fechamientos absolutos, para determinar los cambios que se dieron en diferentes momentos de esta larga tradición.
Se concluyó que la etapa final de los grupos agrícolas sedentarios en la región norteña tuvo lugar hacia 900-1000 d.C. Entonces, el despoblamiento de estos sitios coincide con el “origen” de Tula y no con su “caída” hacia 1200 d.C. como se venía postulando. La explicación de la presencia de algunos asentamientos de origen tolteca se propone como un fenómeno de reocupación hacia esta región y no como una continuidad en el asentamiento. Este supuesto será tomado en cuenta en las futuras investigaciones sobre el Centro Occidente de México.

FRONTERAS
Un aspecto más de gran interés en la historia de los pueblos prehispánicos en la región central es su situación de grupos en pleno desarrollo agrícola que pasan a ser pueblos en condiciones de “frontera” para sufrir finalmente un proceso de desarticulación. Entre los numerosos problemas que esta situación presenta se mencionan por lo menos tres aspectos que son relevantes, en las condiciones actuales de conocimiento. A saber: la hipótesis de fluctuaciones climáticas debidas a cambios en la circulación general de la atmósfera; los movimientos de colonización y retraimiento de los grupos sedentarios en la región central después, del siglo XI y sobre la convivencia de grupos con diferentes formas de vida económica.
En lo que se refiere a la primera hipótesis, que sustentó principalmente Armillas (1964), en general, los participantes de la reunión manifestaron que en sus áreas de estudio el factor climático no parece haber afectado en forma drástica la vida sedentaria de sus habitantes. Actualmente una sequía – menos de 400 mm de precipitación anual – por más de cinco años, genera problemas de importancia para las comunidades agrícolas basadas en el temporal. En efecto, en estos ciclos cortos de aridez se abaten los manantiales y los caudales: sin embargo, para efectos de esta discusión, se señaló la posibilidad de que los grupos agrícolas prehispánicos tuvieran previstas estas épocas de escases, desarrollando entonces recursos para combatirlas. Con todo, se consideró que no se han a tendido correctamente los postulados de la hipótesis climática y se planteó la necesidad de un proyecto específico que la corrobore o bien proporcione nueva información, ya que por el momento no se puede desechar.
En relación o las fluctuaciones de la frontera, establecida entre la población sedentaria y los grupos nómadas, en el lapso comprendido entre los siglos X y XI – de máxima expansión – y el XVI – de máximo retraimiento, se puntualizó que por estudios en la zona sur de Guanajuato se ha propuesto que existió un movimiento de expansión que recupera la franja central del Bajío y que se dio bajo el impulso tarasco durante los siglos XIV y XV. Este movimiento fue seguido, a principios del siglo XVI, por una rápida retracción de los asentamientos que llegó esta vez más al sur del rio Lerma.
Finalmente, se esbozó el gran problema de la convivencia de grupos agrícolas y cazadores recolectores, en particular en la región central norteña, en donde hay que tomar en cuenta las formas de con-tacto y convivencia de grupos con formas de subsistencia diferente. La cuestión que se plantea es sobre la metodología que debe aplicarse para distinguir los elementos procedentes de una u otra forma de vida, dado que comparten muchos casos afines – instrumental lítico, pintura rupestre, entre otros -. Este tema requiere un enfoque interdisciplinario para que, con mayores recursos, pueda ser abordado.

LAS FUENTES
A pesar de que fueron pocos los trabajos que basaron su información en documentos coloniales, durante la discusión constantemente se señaló el carácter complementario de la información de los materiales y de los escritos. Así, por ejemplo, se manejó la necesidad de analizar aspectos de demografía; ver la ruptura, continuidad y transformación de las sociedades indígenas. También se pueden complementar los estudios de aspectos súper estructurales – religión, política, etc – que son susceptibles de conocerse con mayor precisión a través de una lectura correcta de las fuentes y de analogías formales pero históricamente limitadas. En efecto, una de las incógnitas que los arqueólogos tienen mayor dificultad en despejar es la manifestación ideológica de las bases estructurales de la sociedad, de ahí que la información documental se vuelva primordial.
Por último, pero no menos importante, se hizo hincapié en que a través de los documentos y los estudios lingüísticos se podrían comprobar los análisis sobre regionalización de los cuales se habló durante la reunión.
El conocimiento de cada una de las historias particulares, de su integración al medio, de sus actividades económicas y sociales, de sus desplazamientos hacia el centro, son problemas que todavía están por resolverse. Los estudios que se presentaron, aunque fueron en cierta medida aislados, mostraron el gran potencial de la región para comprender de una manera más completa y objetiva el desarrollo histórico del México prehispánico. A lo largo de los debates se enfatizó la necesidad de trabajos colectivos y la creación de un programa en donde se articularan proyectos con objetivos comunes para avanzar con paso más seguro en la difícil tarea de hacer la historia a través de la arqueología.